Luisa Fernanda Montero
Para la Red Hispana
He visto por años como los padres hispanos no sólo se esfuerzan si no que se sacrifican por darles a sus hijos una buena educación. Muchos trabajan incansablemente para darles la oportunidad de educarse, por eso, estoy segura de que el éxito académico de niños y jóvenes es una prioridad que compartimos como comunidad.
La educación, sin embargo no tiene que ver sólo con la escuela y las calificaciones, tiene que ver también con lo que somos como personas, como individuos, como miembros de una familia con historia.
Por eso para empezar, debemos transmitirles a nuestros hijos el orgullo de ser lo que son, de venir de donde vienen, de ser hispanos. En la medida en que los niños valoren su origen, su raza y su cultura construirán una identidad y una autoestima que los acompañará el resto de su vida y los ayudará a construir su propio éxito.
“La recomendación más importante es que los padres se sientan orgullosos de lo que son, que transmitan – a sus hijos - el gusto por sus tradiciones y su cultura a través de sus conversaciones sobre ellos mismos, sobre sus familias, sobre el lugar de donde vienen y porque se sienten orgullosos de ser de mexicanos, guatemaltecos o salvadoreños y de sus valores”, señala Antonia López, especialista en educación del Consejo Nacional de la Raza.
López, insiste en la importancia de que los niños hijos de inmigrantes hispanos, además, se sientan orgullosos del idioma de sus padres, que lo practiquen y lo estudien.
“El idioma es muy importante para que los padres puedan seguir siendo los consejeros de sus hijos y puedan acompañarlos a la hora de tomar decisiones importantes”, agrega López anotando que si los padres pierden la habilidad de comunicarse con sus hijos, los niños van a “quedarse solos, se van a educar solos y van a recibir consejos de otras personas en vez de recibirlos de sus padres”.
Y es que el idioma natal, de no practicarse puede perderse en un año, señala la experta recordando que cada momento en el que los padres y la familia en general tienen contacto con el niño, lo están educando; con cada gesto, con cada palabra, el padre tiene la oportunidad de transmitirle a su hijo una lección y de dejarle ver que es importante, que es querido y que es parte fundamental de la familia.
Las sencillas actividades del hogar, como la preparación de alimentos, la limpieza o el baño diarios son oportunidades de aprendizaje para los niños pequeños; en la cocina por ejemplo, si estamos preparando una ensalada, podemos irle enseñando al pequeño las diferencias entre las verduras, los distintos colores y texturas y la importancia de alimentarse sanamente.
Compartir con nuestros hijos los cuentos y las canciones o versos que aprendimos de pequeños, la historia de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestra familia los ayudará a construir su autoestima y les dará confianza en si mismos. Un niño sano emocionalmente, que recibe el cuidado y la atención que necesita en casa, tendrá una autoestima en la que podrá apoyarse para seguir aprendiendo.
El aprendizaje es un proceso continuo que no termina, ayudarles a nuestros hijos en el proceso de aprender a aprender es uno de los mejores regalos que podemos darles.
lunes, 9 de mayo de 2011
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